Cuando contratamos una nueva hipoteca se plantea la duda al decidir hacerlo a tipo fijo o variable.
No hay una regla fija aplicable, ya que depende de la coyuntura macroeconómica y las perspectivas que haya sobre la probable evolución de los tipos de interés.
Actualmente, debido a las políticas monetarias aplicadas en los últimos años para intentar paliar los efectos de la crisis, el Banco Central Europeo mantiene el tipo de interés oficial en el 0% y así seguirá al menos hasta diciembre de 2017 y, en consecuencia, el Euribor se mantiene en las cifras más bajas (incluso negativas) desde su creación.
Para decidir, hay que tener en cuenta las perspectivas sobre la evolución de los tipos de interés y es evidente, que partiendo de la situación actual, no puede ocurrir nada más si no que se incrementen.
Cuando analizamos perspectivas sobre variables macroeconómicas siempre debemos tener en cuenta varios escenarios, desde el optimista al pesimista pasando por una previsión media más probable.
Actualmente no hay duda de que los tipos acabarán subiendo a medio plazo, el asunto es a qué velocidad e intensidad y eso dependerá, fundamentalmente de la consolidación del crecimiento económico y la evolución de la inflación.
Quizás lo más interesante sería contratar a interés variable y, una vez se consolide la tendencia alcista, realizar un cambio a hipoteca de tipo fijo. El problema es que aunque el Gobierno ha anunciado medidas para abaratar los costes de cambiar de una hipoteca variable a una fija, hay muchos costes que no pueden limitar, como las comisiones por cambio de condiciones, por lo que su aplicación dependerá de la voluntad de las entidades bancarias.
En definitiva, dado que la mayoría de créditos hipotecarios se solicitan por más de 30 años, parece que, aunque durante el primer período estaríamos penalizados por la diferencia entre el tipo fijo y el real, a la larga no sería una mala opción.
En el caso de hipotecas a 10 años o menos, sería interesante optar por la opción del tipo variable dado que los primeros años son en los que se paga la mayor partida de intereses y apenas se amortiza capital y se podría aprovechar al máximo la coyuntura actual de tipos bajo mínimos históricos.
Lo que no es en absoluto aconsejable es firmar préstamos a tipo mixto, que ofrecen un tipo fijo los primeros años, privando a los hipotecados de los bajos tipos de interés actuales, y uno variable después, cuando las subidas son más probables. Y tampoco interesa firmar hipotecas variables con un tipo inicial más alto en los primeros años.